Si nos detenemos a pensar la evolución del perfume y nos paramos por el interés suscitado por las fragancias naturales de la Antigua Roma, se observa que los gustos por las colonias no han variado tanto, pudiendo encontrar hoy en día perfume de marca blanca con los mismos toques aromáticos que se utilizaban en aquel momento, lo que permite hacer un viaje por el tiempo y la historia de esa gran civilización.
Perfume y esencias
Siguiendo con la evolución de los aromas y fragancias, en la Antigua Roma todo lo que fuese relacionado con el perfume se convirtió en un arte, por entonces, ya existían fragancias naturales que todo fabricante de perfume conocía en aquella época, los romanos tomaron estos conocimientos cuando se democratizó el uso de los aromas por todo el pueblo.
Desde todas partes del Imperio romano, la sociedad de la Roma Antigua utilizaba distintas esencias en forma de aceites perfumados con fragancias naturales como la lavanda y el tomillo.
Su uso llegó a ser tan popular que formaba parte de la vida de diario, disponiendo algunos personajes poderosos de sirvientes que se encargaban exclusivamente de gestionar sus aromas.
Al igual que en otras culturas que ya hemos visto, en esta época, la imagen personal era un elemento muy importante, que definía incluso hasta el status de una persona y por ello los perfumes también eran fundamentales dentro del ritual de belleza de este imperio.
Se sabe que incluso existía un barrio, llamado “Vicus Thuriarius”, dedicado exclusivamente a la venta de fragancias y el arte de la perfumería.
Los motivos de su utilización eran muy variados, desde los propósitos más superficiales como belleza y prestigio hasta por motivos de seducción, tratamiento de enfermedades, actos religiosos…etc.
Aunque atendiendo a lo más populares, sin duda hubo dos perfumes que destacaron sobre todos los demás: el “cromicus” (mirra, azafrán, junco, alheña, láudano y estoraque) y el “rhodinium” (a base de rosas).
A fin de cuentas, tanto los fabricantes de perfume del Imperio Romano, buscaban como los actuales, encontrar el aroma perfecto, delicado, la fragancia ideal que diese a sus clientes una diferenciación, y plena satisfacción, podemos cambiar la forma de vestir, de hablar, de pensar, pero la forma de oler parece que no tanto.